Puede sonar a nombre de coche para montaña o a juego de mesa cinematográfico pero el Japandi es un estilo dispuesto a consolidarse dentro de los interiores domésticos del siglo XXI.
El término Japandi proviene de la fusión entre los estilos japonés y escandinavo, entre la armonía doméstica nipona y la naturalidad y calidez de los interiores nórdicos. Así, el Japandi funde el minimalismo escandinavo con la tradición japonesa, dando prioridad a lo artesano y a los elementos naturales caracterizados por su textura orgánica y su irregularidad formal. Esta renuncia a la perfección proviene del Kintsugi, una técnica milenaria japonesa que consiste en reconstruir un objeto de cerámica con un barniz mezclado con polvo de oro, revalorizando así las cicatrices procedentes de su fractura.
El Japandi apuesta por espacios abiertos, limpios y nada recargados defendiendo los interiores minimalistas y, a la vez, acogedores. Se trata de interiores bañados por luz natural y decorados con fibras naturales y textiles (el lino, la rafia, el papel o el algodón, entre otros), entre los que destacan las telas teñidas con la técnica Shibori, consistente en teñir de azul añil a base de nudos y dobleces.
Tonos suaves y neutros y elementos de cerámica artesanos, de piedra o de bambú, terminan de completar este estilo de interiorismo. Así, renunciando en todo momento a la decoración superflua y alineándose con la filosofía wabi-sabi, el Japandi busca la belleza en lo imperfecto, la funcionalidad de elementos de volúmenes puros, exentos de decoración superflua y de trazo limpio. En esta oda sincera a la sencillez, el Japandi defiende el uso de la madera clara y de las superficies no tratadas con lacas ni barnices. Estos muebles de corte limpio y baja altura, se sitúan en sintonía con la filosofía japonesa que fomenta la conexión con la tierra.
Dentro del estilo Japandi destaca la incorporación de elementos vegetales delicados que reniegan del policromatismo floral en aras de una armonía con los tonos neutros de la madera y las fibras naturales. Las plantas aportan frescura a los interiores y nos hacen (re)conectar con la naturaleza. El color verde de los ficus, por ejemplo, es suficiente para introducir el componente natural en el hogar de forma sutil y elegante. Y es que el Japandi defiende el uso de plantas como acentos estéticos dentro de la armonía del resto de la decoración. Se trata de seleccionar plantas altas de hojas simples y situarlas estratégicamente para enfatizar la riqueza de una determinada zona. Estas plantas, -una o dos, tal vez tres-, realzan su elegancia natural a través de tiestos artesanos de cerámica, jarrones de cristal o cestos de fibras naturales.
Las plantas en el estilo Japandi destacan sobre un entorno conformado por tonos neutros en beige, blanco, tierra o gris, acompañados por otras tonalidades afines de tintes apagados y empolvados -si bien este estilo también admite otros colores como el negro o el verde esmeralda o aguamarina como acentos cromáticos–. Las tonalidades neutras se extienden por el mobiliario -sofás, mantas, colchas de camas, cojines, cuencos o cortinas- e incluso por la decoración a base de figuras de corte sencillo y manufactura tradicional. Junto a ellos, una iluminación tamizada a través de lámparas origami de papel plegado y el uso experto de aromas a través de incienso, velas aromáticas, etc. completan un estilo amable, sincero y acogedor.
Este es uno de los estilos que estudiamos dentro del Máster de Diseño de Interiores y Arquitectura Efímera de instituto cuarenta y dos y, particularmente, dentro del Interiorismo Emocional. El Japandi nos ofrece la oportunidad de introducir armonía, simplicidad y elegancia en nuestros espacios interiores a través de un estilo fruto de la fusión de dos tradiciones -la nipona y la nórdica- que, aunque lejanas, comparten la defensa del verdadero hogar y la conexión con la naturaleza. ¿Te apuntas al estilo Japandi?